LA MAR, LAS NUBES Y LOS BARCOS

lunes, 26 de octubre de 2015

ESTHER ROMERO, PINTORA DE LA DISTORSIÓN ESTÉTICA

ESTHER ROMERO


ALGUNA DE LAS OBRAS DE ESTHER















A  Esther Romero, la conocí al poco de nacer a finales de los sesenta; la vi ser amamantada por su madre, la vi gatear  y pronunciar sus primeras palabras y  fui testigo de sus primeros pasos en su piso-mansión del Paseo de Rosales en Madrid y deje de verla y de saber de ella, a partir del año sesenta y cuatro del pasado siglo, cuando deje Madrid para incorporarme a mi destino militar en Gerona.
Ella era la última de los ocho  hermanos Romero-Sánchez Rex, de cuya familia hablo en capítulo 12, “La romántica”, de mi libro autobiográfico HISTORIA DE YO. Los que han leído el libro conoce algo de lo que fue el apoyo moral, sentimental, humano y en cierta medida económico, que me prestó su familia y  el aprecio mutuo que nos teníamos y como en su casa era recibido con todos los condicionantes de la vieja amistad que venía de nuestras familias y de varias generaciones de nuestro ancestros en Molina de Segura, pueblo de donde procedíamos; amistad que por parte de los hermanos mayores que Esther y por la mía, venía desde la niñez, en  especial con la mayor de las hermanas, Antoñita, que éramos casi de la misma edad, jugábamos juntos y seguimos siendo amigos hasta el dia de hoy, en unas circunstancias que, por tristes para ella y en parte para casi toda su  familia,  no voy a narrar.
   Pasó el tiempo y cada uno siguió la ruta en la vida que le deparó la suerte o el azar que rige la existencia. Cincuenta años después de dejar de vernos,  y por mi parte de no saber nada de   aquella preciosa niña de ojos azules a la que me gustaba hacerla reír con carantoñas y monadas, y a ella jugar a ponerse sobre su cabecita la gorra de mi uniforme, nos volvimos a encontrar navegando por Facebook del que ambos somos usuarios interactivos.
  Aunque personalmente no hemos contactado por residir ella en Murcia y yo en San Vicente del Raspeig, a partir de ese encuentro virtual reanudamos nuestra pasada amistad  aunque en condiciones bastante distinta de las que tuvimos en Madrid hace tantos años, como para que físicamente no nos conozcamos, pues ella no recordará  nada de aquello, y yo, aunque sigue teniendo sus hermosos ojos azules que si recuerdo, tampoco se, excepto por la fotos, como es ahora la preciosa niña Esther convertida en  esposa y madre.
 Tras ese encuentro virtual supimos el uno del otro y de nuestras respectivas familias. Ella sabía más de mí que yo de ella, pero empecé a saber de sus aficiones y me alegró sobremanera saber que era aficionada a la pintura al igual que yo, a partir de que comenzara a ver algunas de sus obras en Facebook. Me asombro gratamente la originalidad de sus retratos, la mayoría de ellos de figuras femeninas de rasgos extremadamente exagerados; grandes ojos, tan expresivos como para que hablaran de la personalidad y del significado gestual  de la retratada; cuerpos un tanto distorsionados y de  una gracia angelical por su dulzura. Como siempre me ocurre por deformación profesional de comentarista de arte en general, trate de conocer los antecedentes de su pintura y tengo que decir que no logre descubrir  las influencias estilísticas que todos tenemos como eslabones de la cadena que viene desde la pintura rupestre. Creo que  nadie sale de la nada en arte y que todos estamos influidos por anteriores eslabones, pero cuando el artista tiene personalidad, la transforma en estilo y ese es el caso, a mí entender, de la pintura de Esther Romero. En las primeras obras creí ver a la  cabezona Betty Boop de las películas de dibujos animados de los años treinta, pero aquel rostro tan popular, era un simple dibujo coloreado y nada tenía que ver con los retratos de Esther. Después ha ido colgando nuevas obras y de una a otra veo un avance en profundidad de la técnica del estilo y de los temas que trata. Sigue deformado la realidad de la figura hasta límites inverosímiles de indudable atractivo pictórico, como esos cuerpos alargados y estilizados que nos recuerdan a las esculturas de Giacometti, pero llevados a un extremo aún más manierista y sintético que entronca con un cierto minimalismo moderno y disparatado, pero de gran efecto estético que tengo que decir que me gusta sobremanera y creo que son muy originales.
  Tras escribir lo que antecede, le pedí a Esther que me contara de donde sale y a donde va en pintura, y como quiera que me lo haya contado mejor que los pudiera hacer yo, y, por supuesto, sabiendo de sí misma más que yo, reproduzco literalmente su escrito:
Desde que me reconozco  he tenido aficiones relacionadas con todas las artes, si bien desde pequeña me oriente principalmente a pintar, y todo esto con muy pocos años.
Posteriormente, fue la guitarra y el piano, lo que más me ilusionaba, dejando entonces de lado, las otras aficiones y especialmente la pintura, si bien en esa época y durante dos años, sobre los 16 ,  estuve en la Escuela de Artes y Oficios de Murcia, aprendiendo diversas técnicas de manualidades, y entre otras la pintura al óleo. 
Cuando pude ser un poco más “libre” de mis obligaciones familiares, me oriente a retomar nuevamente la pintura al óleo, que era lo que más me llenaba. 
Estuve inicialmente en una academia perfeccionando la técnica, y la verdad es que me sentía muy cómoda con ella, e incluso llegue a realizar una exposición, con la suerte de vender todas las obras que expuse. 
Con posterioridad, y gracias a mi amistad con un pintor de Murcia , Severo Almansa, estuve dando clases durante dos años,  con el objetivo de perfeccionar aún más la técnica y mejorar la de dibujo, pero fue el quien me enseño, la Acuarela, y ya desde entonces, aun siendo más complicada, descubrí que era realmente mi pasión, comenzando con cuadros más sencillos, hasta que fui deformando la realidad, para comenzar a pintar Muñecas Cabezonas , agrandándole los ojos y la cabeza, mezclando la acuarela, con tinta de rotuladores, y todo ello con la imaginación volando. 
También volví a realizar una nueva exposición, ya con algunas de las modificaciones de estilo, teniendo, para mí, un nuevo éxito en la misma. 
La verdad es que desde hace unos años, puedo dedicar gran parte de mi tiempo a esta pasión, hago distintas pruebas diariamente, que culminan en la modificación de mis imágenes de forma constante. 
Inicialmente no tengo predefinido cómo Será el cuadro finalmente, se va creando conforme lo desarrollo, consiguiendo un estilo en las últimas obras, de las que estoy muy orgullosa, pues creo que son un estilo diferente y que podría considerar como, humildemente Mío.” 
  Después de sus palabras, solo me queda decir “amen” y señalar que, pese a su no profesionalidad, Esther Romero Sánchez-Rex, es una artista de amplios recursos estilísticos propios y por tanto, una artista a tener en cuenta para lo cual me satisface incluirla en mi blog  http://carlosbermejopintormarinistas.blogspot.com.es/, en mi muro de Facebook y darle la publicidad que se merece.
Carlos Bermejo
San Vicente del Raspeig, 26 de octubre de 2015